Un equipo de investigación de Sandia National Laboratories y Texas A&M University publicó en la revista Nature un sorprendente hallazgo: fueron testigos de cómo piezas de metal se agrietaron y luego se fusionaron sin intervención humana.
Brad Boyce, científico de materiales de Sandia, explicó que “lo que hemos confirmado es que los metales tienen su propia capacidad intrínseca y natural para curarse a sí mismos, al menos en el caso de daño por fatiga a nanoescala”.
El tipo de daño descripto es una forma en que las máquinas se desgastan y eventualmente se rompen. Esto se debe a que el estrés o el movimiento repetido provoca la formación de pequeñas grietas que, con el paso del tiempo, crecen y se extienden hasta que todo el dispositivo se rompe o, científicamente hablando, “falla”.
En este caso, Boyce y su equipo estaban realizando un experimento para evaluar cómo se formaron las grietas y se extendieron a través de una pieza de platino a nanoescala. Para ello utilizaban una técnica de microscopio electrónico especializada que habían desarrollado para tirar repetidamente de los extremos del metal 200 veces por segundo.
Pero, unos 40 minutos después del experimento, un extremo de la grieta se fusionó como si estuviera volviendo sobre sus pasos, sin dejar rastro de la lesión anterior. Así, aunque aún queda mucho por investigar, el descubrimiento representa un gran avance en la materia y podría ser clave en el comienzo de una revolución de la ingeniería en la que los motores, puentes y aviones se autorreparan.
“Cuando los metales fallan, tenemos que lidiar con los costos de reemplazo, el tiempo perdido y, en algunos casos, incluso con lesiones o pérdida de vidas. El impacto económico de estas fallas se mide en cientos de miles de millones de dólares cada año para los EE. UU.”, sentenció Boyce, quien cree que a futuro esto podría ser muy diferente.
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