En plena lucha contra el cambio climático, y mientras la mayoría de los países continúan registrando temperaturas récords, especialistas del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, que depende del Conicet) y del Instituto Antártico Argentino (IAA) están investigando cómo impactaron dos olas de calor marinas, registradas en la Antártida en el verano de 2020, sobre el plancton.
En ambos casos, se registraron impactos negativos sobre estas comunidades de organismos acuáticos. Sin embargo, en la segunda ola muchas especies ya estaban adaptadas a las altas temperaturas, lo que redujo el impacto.
“Ese verano fue el de la temperatura récord en la Base Esperanza, con una máxima histórica de 18,3 grados. Con mi equipo estábamos allí y pudimos analizar cómo respondía el plancton ante esas elevadas temperaturas, que se manifestaron como olas de calor marinas”, explicó Irene Schloss, investigadora del Conicet y del IAA, citada por Página 12.
Según la científica, durante la primera ola de calor la reacción del plancton fue negativa, pero en la segunda el escenario fue diferente: “Durante la primera disminuyó la productividad y la abundancia del plancton. Además, se registraron respuestas fisiológicas al estrés, lo que hizo que repercutiera en toda la red trófica marina de la región”.
“En cambio, durante la segunda ola se encontraban presentes aquellas especies que sobrevivieron o se adaptaron a las altas temperaturas de la primera ola. Por lo tanto, el efecto fue menor al anterior”, agregó.
Así, Schloss concluyó con su equipo que “las olas de calor van a afectar a los organismos marinos dependiendo del momento del verano en que ocurran estos eventos. Esto, que nos permitió calcular la respuesta del plancton al estrés térmico, es clave porque los parámetros que registramos pueden usarse para validar modelos climáticos globales para el océano”.
Además, sentenció que los proyectos de estudio enfocados en las problemáticas oceanográficas son muy importantes porque “el mar es esencial para sustentar la vida en la Tierra. Sus funciones van desde regular la temperatura del planeta, absorbiendo el dióxido de carbono y distribuyendo globalmente el calor, hasta generar la mitad del oxígeno que respiramos. Hay que tener en cuenta que más del 90% del espacio habitable del planeta está bajo el agua”.
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