La carrera espacial contemporánea no se juega en un escenario de Guerra Fría, sino en una contienda tecnológica y científica que tiene como protagonistas a Estados Unidos y China. La NASA, la icónica agencia espacial estadounidense, ha reconocido que su competencia más significativa no es con Rusia, sino con China.
El director de la NASA, Bill Nelson, ha enfatizado que “estamos en una carrera con China” en la Conferencia #ArtemisII. El objetivo es claro: llegar primero a la Luna, y en particular al Polo Sur lunar, donde se encuentran depósitos de agua que podrían revolucionar la fabricación de combustible para cohetes.
Esta rivalidad se acentúa en el contexto del programa espacial militar chino, que ha levantado preocupaciones en la comunidad internacional. Nelson advierte que China no solo tiene ambiciones lunares pacíficas, sino también militares, y ha señalado que existe la posibilidad de que China busque apoderarse de recursos clave en la Luna.
El programa espacial chino ha avanzado a pasos agigantados. Con la finalización de la estación espacial Tiangong, cuyo nombre significa “Palacio celestial”, China planea realizar misiones en las que los astronautas permanezcan meses en la estación. Este ambicioso proyecto resalta la determinación china de establecer una presencia sostenida en el espacio.
China ha demostrado su capacidad para innovar, pero también ha sido objeto de críticas por prácticas cuestionables, como el robo de tecnología. La competencia entre Estados Unidos y China en la carrera espacial no solo es un reflejo de la búsqueda de la supremacía tecnológica, sino también de la necesidad de establecer normativas internacionales que garanticen un uso responsable del espacio y eviten conflictos.
Mientras Estados Unidos y China se disputan la posición líder en la exploración lunar y la tecnología espacial, Rusia sigue siendo un socio histórico en la cooperación espacial. Aunque la relación entre Estados Unidos y Rusia ha sido en gran parte de colaboración, la atención y los recursos se centran ahora en la competencia con China.
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La noticia no tiene nada de nuevo para los seguidores de la astronáutica desde hace muchas décadas. La misión Apolo-Soyuz, la sobrevivencia de la estación MIR, la estación espacial internacional lo demuestran. Si no fuera por la guerra en Ucrania (provocada adivinen los argentinos ¿por quién?); USA y Rusia estarían de nuevo en la Luna y construyendo una nueva y mejor estación espacial, para reemplazar la actual. Si China quiere ser parte de esto, DEBE, de una vez separar su programa espacial entre uno civil y otro militar.