Tras el fracaso de la misión Luna-25, el experto Andrii Kolesnyk estimó que la misión le costó a Rusia unos US$ 200 millones y, según él, puso a Moscú en una gran encrucijada: qué hacer, porque su principal socio espacial es China.
“China firmó con Rusia un acuerdo preliminar hace dos años sobre el trabajo conjunto en la Luna, incluido el establecimiento de una estación internacional de investigación allí. Y lo dividieron todo en varias etapas: en la primera cada país va por su cuenta, lanza sus propias estaciones. China tendrá sus propias estaciones durante este período: Chan’e-6, Chan’e-7 y Chan’e-8″.
“Deespués de eso, cuando todas las tecnologías estén resueltas, en particular el aterrizaje suave y el movimiento en la superficie de la Luna (y la posibilidad de explorar el interior del satélite), pasarán a la siguiente etapa de trabajo conjunto en la propia base lunar. Y dado que Rusia ahora ha demostrado que sus tecnologías aún son insuficientes, China tiene la oportunidad de pensar si vale la pena un mayor contacto con Rusia”, agregó.
Ante esta situación, parece que Rusia tiene dos caminos que tomar: construir urgentemente una nave adicional que confirme la posibilidad de un alunizaje suave, o gastar todo el dinero en otro gran proyecto, como crear su propia estación orbital.
“El problema del dinero será muy fuerte, ya que la estación orbital rusa requerirá US$ 10.000 millones. Las próximas estaciones no serán tan baratas. Y la verdadera pregunta es hacia dónde dirigir los fondos”, agregó Kolesnyk, quien aclaró que esto no se decidirá ahora, sino más cerca de 2025, cuando finaliza este Programa Espacial Federal Ruso de 10 años y está previsto que comience el próximo programa de una década.
“Entonces definitivamente veremos la disposición de Rusia a continuar la carrera lunar, tal vez incluso en cooperación con China, si Pekín no cambia de opinión en ese momento”, sentenció.
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