Tras el exitoso alunizaje de la nave espacial india Chandryaan-3, la discusión sobre el regreso de seres humanos a la Luna vuelve a estar en el centro del debate.
Según distintas estimaciones, eso sucederá entre 2025 y 2030, más de cinco décadas después de la última vez que astronautas caminaron sobre la Luna: en diciembre de 1972, la misión Apolo 17 les permitió a Eugene Cernan y Harrison Schmitt ser las últimas personas en pisar el satélite natural.
Pero ahora, más de cincuenta años después de ese hito, Apolo 17 sigue generando repercusiones: según un nuevo estudio, la nave espacial abandonada por los astronautas estadounidenses podría estar provocando pequeños temblores conocidos como terremotos lunares.
Los investigadores revelaron una forma desconocida de actividad sísmica en la Luna y concluyeron que estos se producen debido a los cambios masivos de temperatura que ocurren allí y que afectan a las estructuras creadas por los seres humanos.
Específicamente, los cambios de temperatura producen que estos artefactos se expandan y contraigan de una manera que producen vibraciones.
El descubrimiento se hizo utilizando una forma de inteligencia artificial que permitió obtener una comprensión muy íntima de los datos de la era Apolo e identificar los suaves temblores que se emitieron desde el módulo de aterrizaje del Apolo 17, ubicado a unos cientos de metros de los instrumentos que registraban los terremotos lunares.
Así, el análisis de la NASA ofreció nuevos conocimientos sobre cómo responde la Luna a su entorno y qué puede afectar sus actividades sísmicas.
Además, esclareció que los temblores no eran peligrosos y probablemente serían imperceptibles para los humanos que se encontraran en la superficie lunar.
Comprender estos terremotos es esencial de cara a las futuras misiones a la Luna, que incluyen objetivos como construir una base permanente allí y realizar minería lunar.
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