Desde que comenzó a enviar imágenes e información, el año pasado, el Telescopio Espacial James Webb ha realizado observaciones innovadoras que involucran algunas de las galaxias más tempranas del universo, también conocidas como “infantes galácticos”.
Sin embargo, ahora está obteniendo datos sobre galaxias un poco más avanzadas en su desarrollo, las cuales son conocidas como “adolescentes” galácticos.
Y, según una nueva investigación, estas galaxias se parecen a los adolescentes humanos en ciertos aspectos, incluso en el hecho de que muestran un crecimiento acelerado junto con un poco de inmadurez.
Los investigadores se centraron en las galaxias que se formaron entre 2 y 3.000 millones de años después del Big Bang, hace aproximadamente 13.800 millones de años, que inició el universo.
El estudio promedió los datos obtenidos por Webb sobre la luz en varias longitudes de onda que emanan de 23 de esas galaxias (su “ADN químico”) para pintar una imagen compuesta de las características de estas galaxias adolescentes.
“Estas galaxias adolescentes tienen un ADN químico muy singular, lo que indica que han formado un número decente de estrellas (ya han crecido bastante), pero siguen creciendo rápidamente”, dijo Allison Strom, de la Universidad Northwestern en Illinois.
Algunas diferencias
Según los investigadores, estas galaxias aún no se ven ni actúan como lo hacen las actuales. Por ejemplo, el gas detectado en las regiones de formación estelar de galaxias adolescentes era mucho más caliente, a unos 24.000 grados Fahrenheit (13.350 grados Celsius), que el observado en las galaxias actuales.
“La temperatura en estas partes de las galaxias está dominada por las estrellas jóvenes y las propiedades del gas, por lo que encontrar una temperatura diferente significa que hay algo diferente en las estrellas y el gas en las galaxias jóvenes”, explicó Strom.
Además, se observó que las galaxias brillaban con ocho elementos: hidrógeno, helio, oxígeno, nitrógeno, azufre, argón, níquel y silicio.
“El oxígeno es digno de mención porque es uno de los componentes más importantes del ‘ADN de la galaxia’, en términos de seguimiento del crecimiento pasado”, agregó Strom.
“El níquel fue sorprendente porque, aunque esperábamos que pudiera haber cierta cantidad, normalmente no brilla lo suficiente como para verlo ni siquiera en galaxias muy cercanas. Así que verlo fue una sorpresa y puede indicar que hay algo diferente sobre las estrellas masivas que hacen que el gas brille”, añadió Strom.
Además, Strom consideró que “debido a que los elementos más pesados que el hidrógeno y el helio se forman predominantemente en las estrellas, saber de qué están hechas las galaxias nos dice cuántas estrellas se formaron en el pasado y qué tan rápido sucedió”.
Los hallazgos, concluyó Strom, “apuntan hacia una imagen en la que estas galaxias todavía son químicamente ‘inmaduras’ y se están formando muy rápidamente”.
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