Esta semana no es una más si se tiene en cuenta que la NASA, hace ya varios años, alcanzó uno de sus más grandes hitos en la historia espacial.

Específicamente, entre el 12 y 17 de febrero, se cumplen varios aniversarios en torno a los logros que alcanzó NEAR, la primera nave que logró orbitar y aterrizar en un asteroide.

Near Earth Asteroid Rendezvous (NEAR) fue lanzada el 17 de febrero de 1996, en el marco del programa Discovery de la NASA, compuesto por una serie de proyectos de ciencia planetaria de bajo costo.

El objetivo principal de NEAR era encontrarse con el satélite 433 Eros, aproximadamente a 355 millones de kilómetros de la Tierra, y recopilar datos sobre sus propiedades físicas, componentes minerales, morfología, distribución de masa interna, y campo magnético.

Cabe recordar que, pese a haber enviado el primer ser humano a la Luna, la NASA observó como la Unión Soviética había logrado enviar primero naves espaciales a la Luna, Marte y Venus.

Por ello, que NEAR fuese la primera en orbitar un asteroide era un importante objetivo para la agencia espacial estadounidense.

NEAR superó las expectativas

Así, tras el lanzamiento, la sonda viajó durante muchos años y, después de que la NASA ajustara varias veces su trayectoria, finalmente entró en órbita alrededor de Eros a las 15:33 UT del 14 de febrero de 2000, convirtiéndose en el primer objeto creado por humanos en orbitar un asteroide.

Pero los logros de NEAR no terminan aquí, ya que un año después, el 12 de febrero de 2001, la sonda de 805 kg aterrizó en Eros pese a no haber sido diseñada para ello.

Y, para sorpresa de la NASA, el orbitador sobrevivió al contacto y se convirtió en la primera nave espacial en aterrizar en un asteroide.

A partir de ese momento, NEAR reveló valiosos datos, especialmente de su espectrómetro de rayos gamma, durante aproximadamente dos semanas.

Finalmente, el último contacto con la nave se registró el 28 de febrero de 2001, cuando la sonda fue vencida por el frío extremo del asteroide.

Sin embargo, los datos de NEAR mostraron que Eros no tenía campo magnético y, durante toda su vida útil, envió aproximadamente 10 veces más datos de lo planeado originalmente, incluidas 160.000 imágenes.

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