Semanas después de que Estados Unidos aterrizara en la Luna después de más de cincuenta años, gracias a la nave privada Odysseus de Intuitive Machines, China envió un contundente mensaje: “nosotros también estamos en carrera”.
Este miércoles, China lanzó un satélite que actuará como puente de comunicaciones entre las operaciones en la Tierra y una próxima misión en la cara oculta de la Luna.
Un cohete Long Mrch 8, que transportaba el Queqiao-2 (de 1,2 toneladas métricas) y dos satélites en miniatura (Tiandu-1 y -2) despegó de la provincia insular sureña de Hainan.
Cabe recordar que el tiempo que tarda la Luna en dar una vuelta sobre su propio eje es el mismo tiempo que demora en completar una órbita alrededor de la Tierra.
Por ello, la cara visible del satélite desde Tierra es siempre el mismo, lo que significa que las transferencias de datos desde el otro lado son imposibles porque no hay una línea de visión directa.
En este sentido, el satélite Queqiao-2 orbitará la Luna y transmitirá señales hacia y desde la misión Chang’e-6, que se espera sea lanzada en mayo.
La misión robótica Chang’e-6 buscará recuperar muestras de una antigua cuenca y, en el caso de lograrlo, esta será la primera vez en la historia de la humanidad que se adquiere material de la cara oculta de la Luna.
Sin embargo, China ya nos tiene acostumbrados a los grandes éxitos: en 2019, Chang’e-4 fue la primera nave espacial en realizar un aterrizaje suave en la cara oculta del satélite natural.
La importancia de Queqiao-2
Queqiao-2 también se utilizará como plataforma de retransmisión para las misiones Chang’e-7 en 2026 y Chang’e-8 en 2028.
Además, para 2040 Queqiao-2 será parte de una constelación de satélites de retransmisión que servirán como puente de comunicaciones para misiones lunares tripuladas y exploración en otros planetas, como Marte.
Queqiao-2 tiene una vida útil diseñada de al menos ocho años y reemplazará a Queqiao-1, lanzado en 2018.
Justamente, los satélites Tiandu-1 y -2 realizarán pruebas para la construcción de una constelación que proporcionará soporte de comunicaciones, navegación y teledetección para la estación de investigación de China planificada para el polo sur de la Luna.
Así, quedó claro que la carrera espacial por llegar a la Luna ya ha comenzado y, si todo va de acuerdo a sus respectivos planes, tanto EE.UU. como China enviarán astronautas antes de 2030.
Sin embargo, la gran pregunta es quién llegará primero: desde la NASA temen que Pekín se “apropie” del satélite natural si llega antes que ellos.
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