Un nuevo estudio sobre las estrellas “gemelas” ha revelado que, a lo largo de la historia, muchas de ellas se han devorado planetas enteros.
Específicamente, un examen de 91 pares de estrellas, con tamaños y composiciones químicas similares, mostró que un número sorprendente de ellas mostraba signos de haber ingerido un planeta.
El estudio examinó pares de estrellas que se formaron dentro de la misma nube interestelar de gas y polvo (estrellas co-natales), dándoles la misma composición química y una masa y edad similar.
Estas “gemelas”, si bien se mueven juntas en la misma dirección dentro de la Vía Láctea, no son sistemas binarios de dos estrellas unidas gravitacionalmente entre sí.
Sin embargo, se sabe que la composición química de una estrella cambia cuando “devora” un planeta porque incorpora los elementos que componían a este último.
En esta línea, los investigadores buscaron estrellas que se diferenciaran de sus gemelas porque tenían mayores cantidades de elementos reveladores como hierro, níquel o titanio, que indicaban restos de un planeta rocoso.
¿Por qué sucede esto?
“Se trata de diferencias elementales en la abundancia entre dos estrellas en un sistema co-natal”, explicó el astrónomo Fan Liu, autor principal del estudio.
Así, se observó que en siete de los pares, una de las dos estrellas mostraba evidencia de ingestión planetaria.
Las posibles razones por las que un planeta es devorado incluyen una perturbación orbital causada por un planeta más grande u otra estrella que pasa incómodamente cerca, desestabilizando el sistema planetario.
Por ello, el astrofísico y coautor del estudio, Yuan-Sen Ting, consideró que “esto realmente pone en perspectiva nuestra posición fortuita en el universo. La estabilidad de un sistema planetario como el solar no es un hecho”.
Los investigadores utilizaron el observatorio espacial Gaia, de la Agencia Espacial Europea, para identificar a los gemelos y utilizaron telescopios en Chile y Hawaii para determinar su composición.
Las estrellas estaban, como mínimo, a 70 años luz de nuestro sistema solar y, como máximo, a 960 años luz de distancia.
Pero Ting recordó: “sabemos que todas las estrellas como el Sol eventualmente se convertirán en estrellas gigantes. La envoltura del Sol se expandirá y eventualmente se tragará a la Tierra”.
Pero, en el caso del estudio, lo llamativo fue que todas las estrellas estaban en la plenitud de su vida y no acercándose al final.
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