El jefe de la Oficina de Política Científica y Tecnológica (OSTP) de la Casa Blanca le ordenó a la NASA que comience a trabajar con otras agencias estadounidense para intentar establecer un Tiempo Lunar Coordinado (LTC).
Cabe recordar que las diferentes fuerzas gravitacionales, y potencialmente otros factores, en la Luna y en otros cuerpos celestes cambian la forma en que se desarrolla el tiempo respecto a cómo se percibe en la Tierra.
Por ello, un LTC proporcionaría un punto de referencia para el cronometraje de las naves espaciales y satélites lunares que requieren una precisión extrema para sus misiones.
“El mismo reloj que tenemos en la Tierra se movería a un ritmo diferente en la Luna”, explicó Kevin Coggins, jefe de navegación y comunicaciones espaciales de la NASA.
En este sentido, el jefe de OSTP, Arati Prabhakar, agregó que, para una persona en la Luna, un reloj terrestre parecería perder un promedio de 58,7 microsegundos por día terrestre.
Además, habría otras variaciones periódicas que desviarían aún más el tiempo lunar del tiempo terrestre.
Según el programa Artemisa, la NASA pretende enviar misiones de astronautas a la Luna en los próximos años y establecer allí una base científica que podría ayudar a preparar el escenario para futuros viajes a Marte.
Pero, sin un estándar de hora lunar unificado, sería un gran desafío garantizar que las transferencias de datos entre naves espaciales sean seguras y que las comunicaciones entre la Tierra, los satélites lunares, las bases y los astronautas estén sincronizadas.
Además, las discrepancias en el tiempo también podrían provocar errores en el mapeo y la localización de posiciones en la Luna o en su órbita.
“El liderazgo de Estados Unidos en la definición de un estándar adecuado, uno que logre la precisión y la resistencia necesarias para operar en el desafiante entorno lunar, beneficiará a todas las naciones con capacidad espacial”, afirmó la OSTP.
Sin embargo, la agencia dejó en claro que definir cómo implementar el Tiempo Lunar Coordinado requerirá acuerdos internacionales a través de “organismos de estándares existentes” y entre las 36 naciones que han firmado los Acuerdos Artemisa.
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