En el marco de la cumbre del Grupo de los Siete (G7) celebrada en Italia, los países miembros han emitido una contundente advertencia a China sobre sus actividades en el ciberespacio. En una declaración conjunta, las principales potencias occidentales afirmaron su determinación de “interrumpir y disuadir la ciberactividad persistente y maliciosa” proveniente de Pekín, que amenaza la seguridad y privacidad de sus ciudadanos, socava la innovación y pone en peligro infraestructuras críticas.

Esta dura postura del G7 refleja la creciente preocupación por las operaciones cibernéticas chinas, señaladas en reiteradas ocasiones por investigadores y funcionarios de inteligencia. Las naciones del bloque acusan a los “guerreros digitales” chinos de infiltrarse en infraestructuras críticas, como redes eléctricas y oleoductos, y de realizar campañas encubiertas de influencia política a través de las redes sociales.

Las actividades chinas en el ciberespacio

Según expertos, las actividades de pirateo informático del Estado chino están evolucionando hacia acciones más coordinadas y clandestinas, sembrando las semillas de futuras operaciones y explorando puntos débiles en las redes. Un grupo de piratas informáticos conocido como Volt Typhoon, presuntamente respaldado por Pekín, ha sido señalado por las agencias de inteligencia como responsable de infiltraciones silenciosas en infraestructuras críticas, en preparación de un posible conflicto militar entre Estados Unidos y China.

Ante estas preocupantes acusaciones, las naciones del G7 han advertido que tomarán medidas para “contrarrestar las amenazas estratégicas y exigir responsabilidades a los ciberactores malintencionados”. En este sentido, han anunciado que sus instituciones pertinentes intensificarán el intercambio de información y la coordinación entre servicios de inteligencia para detectar y responder de manera más eficaz a las crecientes amenazas de desinformación y ciberataques.

Esta postura firme del G7 se enmarca en un contexto de tensiones crecientes en el ámbito cibernético, donde países adversarios como China se esfuerzan por impulsar programas que, según las autoridades occidentales, siembran la semilla de futuros ciberataques. Estados Unidos, en particular, está ampliando su influencia en los asuntos internacionales de ciberseguridad, buscando crear coaliciones y desarrollar nuevas capacidades centradas en apoyar rápidamente a sus aliados en el ciberespacio.

Por su parte, China ha rechazado las acusaciones del G7, afirmando que es una de las principales víctimas de los ciberataques y que mantiene una postura firme contra todas las formas de actividad maliciosa en el ciberespacio. Pekín ha instado a las partes relevantes a adoptar una postura “constructiva y responsable” y a trabajar en conjunto para proteger la ciberseguridad global.

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