Días clave se aproximan para Europa: el próximo 9 de julio, después de varios meses de retraso, se producirá el largamente esperado vuelo inaugural del cohete Ariane 6.
Esta será la primera vez en casi 30 años en la que Europa lanza un cohete nuevo, aunque en la misión habrá mucho más en juego, ya que se pondrá a prueba si el Viejo Continente puede reconstruir su credibilidad en el mercado de lanzamientos comerciales.
Además, un exitoso debut del Ariane 6 le permitiría al Viejo Continente restaurar su acceso independiente al espacio, ya que, durante el último año, el bloque ha tenido que depender de SpaceX para lanzar algunos de sus satélites.
Esto último es consecuencia directa de que, luego de que el Ariane 5 fuera retirado, la cooperación espacial con Rusia colapsó tras la invasión de Ucrania, lo que provocó que Europa se quedara sin acceso a los lanzadores rusos.
Incluso, Josef Aschbacher, director de la Agencia Espacial Europea, ha descrito la situación como una “crisis” para Europa.
Pero, en el Centro Espacial de Guayana, situado cerca de la ciudad costera de Kourou, los equipos de la ESA, el CNES y ArianeGroup han estado trabajando arduamente para lograr revertir la situación.
En abril, el núcleo del cohete se transfirió a la plataforma de lanzamiento y se conectaron dos propulsores que transportaban 140 toneladas de propelente sólido.
Además, el 20 de junio, el Ariane 6 fue abastecido de combustible y agotado en el último ensayo. En total, dieciséis satélites y experimentos han sido cargados en el cohete para el vuelo del 9 de julio.
¿Qué sucederá si el vuelo falla?
Según el propio Aschbacher, casi el 50% de los cohetes fallan en su primer vuelo, aunque los funcionarios europeos esperan que las repetidas pruebas y ensayos hayan mitigado los riesgos
Sin embargo, aunque el primer lanzamiento fracasara, las necesidades estratégicas de Europa mantendrán vivo el programa.
Pero lo que no es tan seguro es si el cohete podrá competir en un mercado que ha cambiado radicalmente desde que Europa optó en 2014 por construir un lanzador convencional y no reutilizable.
El principal desafío para Bruselas es el cohete Falcon 9 de SpaceX, que al ser reutilizable ha rebajado los precios, lo que lo convierte en el líder indiscutible de lanzamientos confiables y de bajo costo.
Por ello, la decisión de Europa de no invertir en un cohete reutilizable es ampliamente vista como un error.
Algunos expertos defienden la decisión de Bruselas de rechazar la reutilización, en favor de un lanzador desechable con una etapa superior altamente flexible que puede llevar satélites a diferentes órbitas en una sola misión.
En este sentido, desde Europa argumentan que “un cohete reutilizable habría requerido una demanda significativa y sostenida que no estaba disponible”.
Sin embargo, incluso para un cohete convencional, la demanda importa: Ariane 6 ya está reservado para 30 lanzamientos, incluidos 18 para la próxima constelación de banda ancha Project Kuiper de Amazon.
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