El pasado 11 de julio, en una inusual falla, un cohete Falcon 9 de SpaceX registró un incidente con un motor de su segunda etapa y, como resultado, los satélites Starlink que trasladaba se desplegaron en una órbita más baja de lo previsto.
La falla ocurrió en la misión número 354 del Falcon 9 y fue la primera que el cohete registra desde 2016.
¿Cuál fue el problema?
Por ello, intentado esclarecer qué sucedió, SpaceX explicó que la primera etapa del Falcon 9 “funcionó nominalmente, llevando la segunda etapa y los satélites Starlink a la órbita, separándose de la segunda etapa como se esperaba y regresando a la Tierra para un aterrizaje exitoso, lo que representa la recuperación número 329 de SpaceX de un cohete de clase orbital hasta la fecha”.
Pero la empresa esclareció que “la segunda etapa realizó su primera combustión nominalmente, sin embargo, se desarrolló una fuga de oxígeno líquido (…) después de un reencendido planificado del motor de la etapa superior para elevar el perigeo (el punto más bajo de la órbita), el motor Merlin Vacuum experimentó una anomalía y no pudo completar su segunda combustión”.
“A pesar de que la etapa sobrevivió y aún desplegó los satélites, no logró circularizar su órbita, pero sí pasivarse como se realiza normalmente al final de cada misión. Esto dejó a los satélites en una órbita excéntrica con un perigeo muy bajo de 135 km, que es menos de la mitad de la altitud esperada”, agregó la empresa.
Sin embargo, intentando demostrar lo seguros que son sus lanzamientos, SpaceX recordó “lo técnicamente desafiantes que son los vuelos espaciales. Hasta la fecha, hemos completado 364 lanzamientos exitosos de Falcon, transportando de manera segura astronautas, cargas útiles de clientes y miles de satélites Starlink a la órbita, lo que convierte a la familia de cohetes Falcon en una de las más confiables del mundo”.
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