Este 20 de julio no es un día más para la humanidad: aunque cientos de personas celebrarán el “Día del amigo”, la realidad es que se cumplirá un nuevo aniversario del hito más importante en la historia, la llegada del hombre a la Luna.

Específicamente, el 20 de julio de 1969, la misión Apolo 11 de la NASA realizó su alunizaje y, al día siguiente, un grupo de astronautas se convirtió en el primero en caminar sobre el satélite natural.

El Apolo 11, impulsado por un cohete Saturno V, despegó el 16 de julio desde la plataforma LC 39A en el Centro Espacial Kennedy, en Florida.

Conocida oficialmente como AS-506, la misión estuvo formada por Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin Jr., y Michael Collins.

Se estima que unos 650 millones de personas (la población de la Tierra era de unos 3.500 millones) observaron como Amstrong descendía en la Luna mientras decía su histórica frase: “un pequeño paso el hombre, un gran salto para la humanidad”.

Regresar a la Luna, pero esta vez para quedarse

En ese momento, y hasta 1972, EE.UU. envió varias misiones para investigar el satélite natural.

Sin embargo, aunque gracias a las expediciones se realizaron grandes descubrimientos, además de que permitieron traer muestras lunares a la Tierra, la tecnología de la época dejó en claro que las misiones debían posponerse por varias décadas.

Pero, con el paso del tiempo, el interés por la Luna volvió a aparecer. Así, a partir de 2008, comenzó una ola de misiones sin tripulación aunque, a diferencia de lo ocurrido en el siglo XX, esta vez muchos más actores se interesarían por llegar allí.

Específicamente, la sonda china Chang’e-3 hizo un aterrizaje suave en 2013, mientras que, en los últimos meses, India y Japón se convirtieron en el cuarto y quinto país en alunizar, respectivamente. Además, el año pasado Rusia intentó regresar al satélite natural con su módulo Luna-25, aunque la misión terminó fracasando.

Sin embargo, como no podía ser de otra manera, EE.UU. es quien quiere liderar la nueva carrera espacial: en 2017, estableció el Programa Artemisa con el objetivo de “aprender a vivir y operar en la Luna y hacer ciencia allí”.

Según Jim Free, administrador asociado de la NASA, esto será un paso fundamental “para que, cuando podamos, vayamos a Marte. Nuestro trabajo es construir un plan sostenible para la exploración del sistema solar”.

¿A dónde apunta la NASA?

La agencia espacial estadounidense apunta a llegar al Polo Sur de la Luna, un lugar en donde los científicos creen que los cráteres de la región son ricos en hielo o, en otras palabras, agua.

Según el calendario del Programa Artemisa, que tuvo que ser recientemente modificado, la NASA planea enviar nuevamente astronautas a la Luna, incluida la primera mujer, en septiembre de 2026.

Para EE.UU., el principal objetivo es llegar a la Luna antes que China, ya que desde Washington creen que Pekín se “apoderará” del satélite si llega primero (el Gigante Asiático apunta a enviar a sus primeros astronautas después de 2030).

¿Por qué volver a la Luna?

Según Daniel Neuenschwander, jefe de exploración humana y robótica de la Agencia Espacial Europea (ESA), hay cuatro motivos para regresar a la Luna.

“Son la investigación científica, el desarrollo tecnológico, las consideraciones geopolíticas y la inspiración”, explica, citado por Financial Times.

En primer lugar, Neuenschwander describe la Luna como una especie de “museo de la historia del sistema solar”.

“Debido a que no tiene atmósfera y ha estado geológicamente inactiva durante miles de millones de años, la superficie conservará un registro de todo lo que ha golpeado o caído en la Luna, incluido el viento solar, las partículas, los meteoritos y los rayos cósmicos galácticos”, agregó.

Por lo tanto, tener acceso a esta información podría revelar nuevos detalles sobre la historia temprana del sistema solar.

Por otra parte, a la hora de analizar la cuestión del desarrollo tecnológico, Neuenschwander dice que la Luna podría ser “un banco de pruebas para las tecnologías que necesitaremos para ir a Marte y más allá, como los sistemas de soporte vital y la construcción de hábitats”.

Además, considera que “habrá spin-offs en la Tierra, para la producción y el almacenamiento de energía, tecnologías de vida sostenibles, incluso la impresión 3D de hábitats”.

Pero las motivaciones no terminan aquí, ya que hay razones geopolíticas para explorar y colonizar la Luna.

Cabe recordar que, en la carrera espacial del siglo pasado entre EE.UU. y la Unión Soviética, uno de los objetivos justamente era mostrar la superioridad económica e intelectual de un actor sobre el otro.

Por lo tanto, quien llegue primero a la Luna podrá plantar su bandera y afirmar que es “superior” a los demás.

Por último, si realmente hay la cantidad de agua que se cree, esta será de vital importancia para los asentamientos humanos, tanto para beber y cultivar plantas, como para dividirse químicamente en oxígeno e hidrógeno para respirar y hacer combustible.

Sin embargo, no está claro si el agua está en forma de pequeños cristales de hielo mezclados con el suelo lunar, lo que dificultaría su extracción y purificación, o si se puede acceder a las capas más gruesas de hielo desde la superficie.

Un posible conflicto con China

En 2022, la NASA publicó una lista de 13 posibles sitios para el aterrizaje de Artemisa a menos de seis grados del Polo Sur, cada uno de los cuales mide 15 km por 15 km.

Legalmente hablando, EE.UU. no puede reservar ni hacer reclamos territoriales sobre ninguno de esos sitios, tal como lo establece el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967.

Sin embargo, los Acuerdos Artemisa, redactados por Estados Unidos y firmados por 43 países, les permiten a los operadores lunares establecer una “zona de seguridad” alrededor de sus actividades “para evitar interferencias dañinas”.

Pero el gran problema es que China estaría considerando aterrizar en algunos de los mismos sitios e incluso establecer sus propias “zonas de seguridad”.

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