Suecia ha lanzado su primera estrategia espacial de defensa y seguridad, apuntando a convertirse en un actor clave en el ámbito espacial de la OTAN. Esta iniciativa no solo marca un hito en la política de defensa sueca, sino que también señala un cambio significativo en el panorama geopolítico del espacio.

La coronel Ella Carlsson, jefa espacial sueca, dejó en claro las ambiciones del país nórdico: “Puede que seamos los recién llegados a la OTAN, pero en Suecia llevamos varias décadas investigando en el campo espacial; ahora nos preguntamos qué vacío podemos llenar en la alianza en el ámbito espacial”. Esta declaración refleja la determinación de Suecia de aprovechar su experiencia histórica en investigación espacial para posicionarse estratégicamente dentro de la estructura de la OTAN.

El eje central de esta estrategia es el Centro Espacial de Esrange (ESP), ubicado en el norte de Suecia. Este centro, que se jacta de ser el primer puerto espacial orbital continental europeo, está destinado a jugar un papel crucial en los planes espaciales de la OTAN. Hasta ahora, Esrange ha sido principalmente una plataforma de lanzamiento de cohetes de sondeo y un centro de investigación y pruebas de motores y combustibles para cohetes. Sin embargo, su potencial está a punto de expandirse significativamente.

En mayo de este año, la Corporación Espacial Sueca dio un paso adelante al firmar un acuerdo con la empresa surcoreana Perigee Aerospace. Este acuerdo prevé el lanzamiento conjunto de satélites desde Esrange a partir de 2025, utilizando el microlanzador Blue Whale 1 de Perigee. Este desarrollo marca un punto de inflexión para Esrange, que hasta ahora se había centrado en lanzamientos con fines civiles. Charlotta Sund, directora ejecutiva del centro, ha sugerido que es probable que la instalación se utilice para lanzamientos militares en el futuro, lo que subraya la creciente importancia estratégica de Esrange en el contexto de la defensa de la OTAN.

La estrategia espacial sueca no se limita a las capacidades de lanzamiento. Un componente clave es la creación de una cartera de capacidades y servicios relacionados con el espacio que se alinee con el concepto de “defensa total y preparación para las crisis” del país. En este sentido, Suecia ha realizado inversiones significativas en tecnología de radar avanzada. La Administración de Material de Defensa sueca adquirió recientemente radares de largo alcance Smart-L de Thales, que permiten a los militares detectar amenazas a una distancia de hasta 2.000 kilómetros.

La coronel Carlsson enfatizó la importancia de estas capacidades: “Podemos utilizar el espacio como parte de la solución para encontrar, detectar y golpear objetivos o amenazas con socios”. Además, Suecia está colaborando con Holanda, otro usuario del radar Smart-L, para explorar casos de uso adicionales, lo que demuestra un enfoque colaborativo en el desarrollo de capacidades espaciales dentro de la OTAN.

La cooperación internacional es un aspecto fundamental de la estrategia espacial sueca. En 2022, las Fuerzas Aéreas suecas firmaron un acuerdo para compartir el conocimiento de la situación espacial con el Mando Espacial de Estados Unidos. Además, Suecia participó recientemente en el ejercicio espacial Global Sentinel dirigido por Estados Unidos en febrero de este año. Estas colaboraciones subrayan el compromiso de Suecia de integrarse plenamente en las estructuras de defensa espacial de la OTAN y contribuir activamente a las capacidades colectivas de la alianza.

La posición geoestratégica de Suecia, particularmente su proximidad al Ártico, añade un valor adicional a sus ambiciones espaciales. El Ártico se está convirtiendo rápidamente en un área de creciente importancia geopolítica, y las capacidades espaciales de Suecia podrían proporcionar a la OTAN una ventaja significativa en esta región.

Sin embargo, el camino de Suecia hacía convertirse en una potencia espacial dentro de la OTAN no está exento de desafíos. La integración de sus capacidades con las de otros miembros de la alianza, la gestión de las implicaciones diplomáticas de una presencia militar aumentada en el espacio, y la necesidad de mantener un equilibrio entre los usos civiles y militares de sus instalaciones espaciales son solo algunos de los obstáculos que Suecia deberá superar.

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