La Fuerza Espacial de Estados Unidos ha comenzado un análisis exhaustivo para definir las capacidades que deben incluirse en los futuros satélites destinados a la detección y seguimiento de misiles. Este estudio es especialmente relevante en un contexto donde países como China y Rusia están avanzando en el desarrollo de misiles hipersónicos y tecnologías antisatélite, lo que representa un desafío significativo para la seguridad espacial.

El coronel Rob Davis, a cargo de la adquisición de sensores espaciales, señaló en un evento de la Asociación Nacional de Seguridad Espacial la colaboración con el Centro de Análisis de Combate Espacial (SWAC) para asegurar que estos satélites puedan operar en escenarios con amenazas nucleares. “Estamos explorando cómo garantizar que nuestros satélites puedan soportar un entorno con amenazas nucleares”, explicó Davis.

La Fuerza Espacial está reevaluando su infraestructura satelital debido a la amenaza emergente de los misiles hipersónicos, que pueden alcanzar velocidades de hasta Mach 5, y a las capacidades antisatélite en desarrollo por parte de China y Rusia. Tradicionalmente, la Fuerza Espacial ha utilizado satélites grandes y costosos del Sistema de Infrarrojos Basado en el Espacio, diseñados para resistir la radiación nuclear. Sin embargo, se está adoptando un enfoque que favorece la proliferación de satélites más pequeños y económicamente sostenibles.

La Agencia de Desarrollo Espacial (SDA) y el Mando de Sistemas Espaciales (SSC) están liderando esta nueva estrategia. La SDA planea lanzar una constelación de satélites en órbita terrestre baja, hasta 1.931 kilómetros sobre el nivel del mar, mientras que el SSC se centra en satélites en órbitas medias, entre la órbita baja y la órbita geosíncrona, situada a unos 35.786 kilómetros de altura.

Este enfoque busca mayor resiliencia y capacidad de respuesta ante amenazas, reduciendo la dependencia de grandes satélites que, aunque robustos, son vulnerables y costosos. Hasta ahora, la SDA ha lanzado ocho satélites en órbita baja, y el SSC espera lanzar su primera nave espacial en órbita media para 2026. A medida que estos desarrollos avancen, la Fuerza Espacial planea retirar gradualmente los sistemas tradicionales, centrando sus recursos en esta nueva arquitectura.

Paralelamente, la Fuerza Espacial colabora con empresas como Lockheed Martin y Northrop Grumman para desarrollar la próxima generación de satélites de infrarrojos persistentes, conocidos como Next-Gen OPIR. Estos satélites están diseñados para ofrecer capacidades mejoradas en la detección y seguimiento de misiles, adaptándose a las necesidades estratégicas emergentes.

Davis también señaló que hasta la fecha, el enfoque ha estado más orientado a mejorar la capacidad de rastreo que a reforzar los satélites para resistir ataques nucleares. Este enfoque, aunque crucial, subestima la importancia de asegurar que los satélites puedan operar en condiciones extremas. El estudio en curso busca soluciones que integren medidas de protección nuclear sin comprometer otras capacidades críticas.

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Fuente: DefenseNews

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