Desde hace siglos, una de las grandes incógnitas de la humanidad es si existe vida en otro planeta o galaxia.
Por el momento, dicho interrogante no ha sido resulto. Sin embargo, dos recientes descubrimientos en Marte y Venus podrían acercarnos a una respuesta.
Importantes descubrimientos en Marte
Por un lado, recientemente el rover Perseverance de la NASA encontró en Marte una roca con características y química que podrían haber sido producidas por la antigua vida microbiana.
Específicamente, el 21 de julio, el rover tomó muestras de una roca en forma de flecha y descubrió que alberga compuestos orgánicos, que son los componentes básicos de la vida tal como la conocemos.
Además, a lo largo de la roca se extienden vetas de sulfato de calcio, cuya presencia sugiere que un fluido, muy probablemente agua, alguna vez pasó a través de la roca.
Por último, la roca está moteada de manchas blancas con bordes negros, en las que los instrumentos del Perseverance detectaron moléculas de fosfato de hierro (en la Tierra, manchas de este tipo son indicativas de registros fosilizados de microbios).
Así, estos tres hallazgos podrían ser signos de reacciones químicas, que ocurrieron hace miles de millones de años, que podrían haber servido como fuente de energía para la vida microbiana antigua.
Pero, aunque los científicos del equipo de Perseverance están muy entusiasmados con los hallazgos, ellos mismos se encargaron de dejar en claro que, por ahora, no detectaron nada que pudiera ser organismos fosilizados.
Venus también da señales
Por otra parte, nuevas pruebas preliminares de fosfina y amoníaco en la atmósfera de Venus también han generado gran repercusión, ya que no se sabe qué está produciendo estos gases.
Debido a sus altas temperaturas, Venus parece un lugar poco probable para encontrar vida. Sin embargo, la presencia de fosfina y amoníaco en las nubes del planeta más caliente del sistema solar sugiere que estos productos químicos pueden tener una fuente biológica, aunque la realidad es que si la vida pudiera existir allí, se encontraría muy por encima de la superficie.
Las nuevas detecciones de fosfina y amoníaco fueron obtenidas por un equipo dirigido por Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff, utilizando datos de longitud de onda de radio submilimétrica recopilados por el Telescopio James Clerk Maxwell (JCMT), en Hawái, y el Telescopio Green Bank, en Virginia Occidental.
Y según los científicos, si la presencia de amoníaco en la atmósfera de Venus es real, podría dar a la vida microbiana una forma de sobrevivir en las condiciones extremas allí.
La realidad es que Venus posee nubes de ácido sulfúrico puro, por lo que la vida no podría sobrevivir a la acidez. Pero el amoníaco, cuando se mezcla con dióxido de azufre, neutraliza parte de la acidez.
Así, según el astrofísico Dave Clements, el ambiente “todavía es horriblemente ácido, pero hace que las gotitas sean compatibles al menos con alguna vida extremófila acidófila que sabemos que existe en la Tierra”.
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