A lo largo de su historia, India ha mantenido una política exterior de autonomía estratégica que, lejos de guiarse por principios ideológicos, se ha destacado por buscar el interés nacional del país hindú.

Es por ello que la India ha podido vincularse en simultáneo con grandes potencias, como ocurrió durante la Guerra Fría con Estados Unido y la Unión Soviética.

Pero, centrándonos en la actualidad, Nueva Delhi, el país más poblado del mundo y que próximamente se convertirá en la segunda economía internacional, es un actor clave en la actual disputa entre EE.UU. y China.

Es por ello que, mientras que compite con Pekín, Washington ha intentado cooptarlo a través de diversos ámbitos como el QUAD (Diálogo Cuadrilateral sobre Seguridad) o los Acuerdos Artemisa (centrados en el espacio).

Logo de la agencia espacial de India (ISRO)

Una estrategia que se mantiene

Pero la India, lejos de haber abandonado su política exterior de autonomía estratégica, aún intenta mantener su independencia de las grandes potencias, tal como lo demuestra su membresía de los BRICS junto a China, Rusia, Brasil y Sudáfrica.

Es por ello que no sorprende que, pese a formar parte de los Acuerdos Artemisa, se esté instalando el rumor de que India estaría interesada en formar parte del proyecto ruso que busca desarrollar un reactor nuclear en la Luna para 2036.

El CEO de Rosatom, Alexey Likhachev, dijo en una reunión del Foro Económico Oriental en Vladivostok que tanto India como China han mostrado interés en la empresa.

“La tarea en la que estamos trabajando es la creación de una planta de energía nuclear lunar con una capacidad energética de hasta medio megavatio”, explicó Likhachev.

“Tanto nuestros socios chinos como los indios están muy interesados en colaborar mientras sentamos las bases para varios proyectos espaciales internacionales”, afirmó.

Sin embargo, aunque Rusia es el principal proveedor de armas y socio en varias empresas espaciales de India, Nueva Delhi tiene una relación más que tensa con China, por lo que la sugerencia debe tomarse con cautela.

El ambicioso proyecto ruso

La planta de energía propuesta se integrará en un proyecto chino-ruso más amplio para establecer una base llamada Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS), ya sea en la Luna misma o en órbita lunar.

El ILRS servirá como punto de apoyo de la investigación científica y estará abierto a todos los países y “socios internacionales” después de que entre en funcionamiento entre 2035 y 2045.

Pero la clave es que requerirá un suministro de energía estable, que solo un reactor nuclear puede proporcionar, ya que las largas noches lunares hacen que la energía solar sea poco confiable.

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