Hace unos diez años, la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) llegó al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
Según la ESA, “desde ese momento, los científicos han estado indagando en los datos recopilados por la misión para desmitificar los cometas y desenmascarar los orígenes de nuestro Sistema Solar”.
El módulo fue nombrado como Philae de Rosetta en honor a la famosa piedra Rosetta que permitió descifrar los jeroglíficos egipcios hace unos 200 años (los científicos esperan que Rosetta desvele los misterios de cómo evolucionó nuestro Sistema Solar).
Específicamente, Rosetta, que despegó en 2004, aterrizó en el cometa el 12 de noviembre de 2014.
La misión terminó formalmente en 2016 y fue la primera en encontrarse con un cometa, la primera en seguir a un cometa en su órbita alrededor del Sol y la primera en desplegar un módulo de aterrizaje en la superficie de un cometa.
“Al estudiar el gas, el polvo y la estructura del núcleo y los materiales orgánicos asociados con el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, a través de observaciones remotas e in situ, la misión Rosetta nos enseñó sobre la historia y la evolución de nuestro Sistema Solar”, agregó la ESA.
Algunas características
El módulo de aterrizaje Philae de Rosetta fue proporcionado por un consorcio liderado por DLR, MPS, CNES y ASI.
El coste total de la misión ronda los mil millones de euros e incluye el lanzamiento, el satélite, la carga útil científica (instrumentos y módulo de aterrizaje) y las operaciones científicas y de la misión.
La nave principal, de unos 3.000 kg con el combustible incluido, medía 2,8 x 2,1 x 2,0 m con dos paneles solares de 14 metros de largo.
Llevaba instrumentos de teledetección y radiociencia, e instrumentos para estudiar la composición, la distribución de la masa y el flujo de polvo del núcleo del cometa, así como el entorno de plasma del cometa y su interacción con el viento solar.
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