Con la ayuda de dos maniquíes llamados Helga y Zohar, y sensores colocados dentro de una nave espacial, un grupo de científicos recopiló datos valiosos sobre la exposición a la radiación de los astronautas fuera del campo magnético de la Tierra.

Los investigadores publicaron las mediciones iniciales de los niveles de radiación experimentados dentro de la nave espacial Orion de la NASA durante la misión no tripulada Artemisa I en 2022 alrededor de la Luna.

Los datos de radiación continua se obtuvieron utilizando instrumentos como el HERA de la NASA y los sensores EAD de la Agencia Espacial Europea.

En este sentido, Helga y Zohar, diseñados para representar cuerpos femeninos humanos, estaban en la cápsula Orion como sustitutos de los astronautas, con sensores incorporados que medían la exposición a la radiación de su piel y órganos internos.

Por un lado, Zohar poseía un chaleco de protección contra la radiación, mientras que Helga no llevaba ninguna protección.

“Helga y Zohar son ‘fantasmas de radiación’, maniquíes sofisticados que imitan la respuesta del cuerpo humano a la radiación, equipados con sensores para medir las tasas de dosis en varios órganos”, explicó el físico Stuart George, del Grupo de Análisis de Radiación Espacial en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston.

“Estos fantasmas fueron diseñados para representar cuerpos femeninos, ya que las mujeres suelen tener una mayor sensibilidad a la radiación que los hombres. Los datos recopilados proporcionaron información valiosa sobre cómo se deposita la radiación en todo el cuerpo, particularmente durante los tránsitos del cinturón de Van Allen y el vuelo interplanetario”, agregó.

Algunos descubrimientos

Entre los descubrimientos, se encontró que las áreas dentro de la cápsula diseñadas para tener la mayor protección contra la radiación, incluido un “refugio contra tormentas” para los astronautas durante eventos climáticos espaciales como las erupciones solares, brindan hasta cuatro veces más protección que las áreas menos protegidas de la nave espacial.

La exposición dentro de Orión a los rayos cósmicos galácticos (partículas energéticas que atraviesan el universo) fue aproximadamente un 60% menor que la exposición medida a bordo de sondas interplanetarias no tripuladas anteriores, lo que demuestra el beneficio de una nave espacial diseñada para el blindaje contra la radiación.

“Estos rayos cósmicos interplanetarios son interesantes porque forman la mayor parte de la exposición para los vuelos espaciales a largo plazo, por lo que esta medición es importante para las largas estancias en la Luna y los futuros tránsitos a Marte”, consideró George al respecto.

La orientación de Orión durante el vuelo afectó la exposición a la radiación, que se redujo a la mitad cuando la nave espacial hizo un giro de 90 grados volando más allá del cinturón interior de Van Allen.

“Esto se debe a que la radiación del cinturón de Van Allen es bastante direccional, y la inversión pone más protección en el camino de la radiación”, sentenció George.

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