Este 10 de diciembre no es un día más para la humanidad: se cumplen 52 años desde la última vez que el hombre pisó la Luna.

Específicamente, el 10 de diciembre de 1972 la misión Apolo 17 de la NASA llegó al satélite natural.

Compuesta por los astronautas Eugene Cernan, Ronald Evans y Harrison Schmitt, esta fue la última misión del programa Apolo.

El alunizaje se realizó en las tierras altas y el valle de Taurus-Littrow, lugar donde Cernan y Schmitt tocaron suelo lunar.

Dicha zona fue seleccionada porque allí se podrían encontrar rocas más antiguas que las que otras misiones Apolo había traído a la Tierra.

En este sentido, durante su estadía en la Luna, Cernan y Schmitt recorrieron 35 kilómetros a pie y en el rover lunar, recogiendo 110 kg de muestras.

Por su parte, Evans permaneció en órbita lunar en el módulo de mando ‘América’ durante un período de 147 horas y 48 minutos hasta que sus compañeros regresaron en el módulo lunar.

Además de ser la última vez que los seres humanos visitaron la Luna, Apolo 17 se destaca por haber marcado la permanencia más prolongada de los seres humanos en el satélite natural con un total de casi 75 horas.

Cernan encima del rover lunar

Volver a la Luna

A 52 años de este histórico suceso, una nueva carrera espacial ha comenzado y, al igual que en el siglo pasado, es Estados Unidos quien intenta liderar la misma: a través de su programa Artemisa (hermana gemela del dios Apolo), buscará enviar astronautas nuevamente a la Luna antes de 2030.

Artemisa, que lleva este nombre porque busca llevar a la primera mujer a la Luna, tiene como principal objetivo que EE.UU. arribe al satélite natural antes que China, ya que desde Washington creen que Pekín se “apoderará” del mismo si llega primero.

Sin embargo, más allá de la competencia entre EE.UU. y China, la agencia espacial estadounidense apunta específicamente a llegar al Polo Sur de la Luna, un lugar en donde los científicos creen que los cráteres de la región son ricos en hielo o, en otras palabras, agua.

Esto último sería de vital importancia de cara el objetivo más ambicioso de la NASA que es llegar a Marte.

En este sentido, la existencia de agua en la Luna sería importante para crear futuros asentamientos humanos, tanto para beber y cultivar plantas, como para dividirse químicamente en oxígeno e hidrógeno para respirar y hacer combustible.

Por otra parte, a la hora de analizar la cuestión del desarrollo tecnológico, la Luna podría ser un banco de pruebas para las tecnologías que necesitaremos para ir a Marte, como los sistemas de soporte vital y la construcción de hábitats.

Además, teniendo en cuenta que la gravedad es mucho menor en la Luna que en la Tierra, los cohetes con destino a Marte gastarían mucho menos combustible a la hora de despegar desde el satélite natural, reduciendo significativamente los costos de las misiones.

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