El presidente de EE.UU. Donald Trump firmó una orden ejecutiva que transformará la estrategia de defensa antimisiles del país mediante un sistema que incluye interceptores espaciales.
Inspirado en el “Domo de Hierro” de Israel, el plan tiene como objetivo proteger el territorio estadounidense frente a amenazas emergentes, como los misiles hipersónicos.
La orden, denominada “Domo de Hierro para Estados Unidos”, ordena al Departamento de Defensa acelerar el desarrollo de tecnologías avanzadas que puedan enfrentar amenazas descritas como “las más catastróficas que enfrenta EE.UU.”.
Diferencias con el modelo israelí
Basado en el sistema israelí, este proyecto requeriría un enfoque diferente al de su contraparte asiática, ya que tendría que cubrir el extenso territorio continental estadounidense y neutralizar misiles intercontinentales mucho más sofisticados.
Aunque el sistema de defensa de Israel, desplegado desde 2011, ha demostrado su efectividad interceptando miles de cohetes de corto alcance, la escala y las capacidades necesarias para proteger Estados Unidos son significativamente mayores.
Mientras que el Domo de Hierro oriental protege un área similar al tamaño de Nueva Jersey, el sistema estadounidense tendría que abarcar un territorio 500 veces mayor y enfrentar tecnologías avanzadas, como los vehículos hipersónicos de deslizamiento desarrollados por China.
Interceptores espaciales: el corazón del nuevo “Domo de Hierro”
Uno de los aspectos más controvertidos de la orden es la inclusión de interceptores basados en el espacio, una tecnología que genera debates hace décadas.
Estas armas, situadas en órbita, están diseñadas para destruir misiles enemigos en las primeras fases de su trayectoria.
Sus defensores argumentan que ofrecerían una cobertura global y una respuesta más rápida, pero los críticos advierten que podrían desatar una carrera armamentista y desafiar acuerdos internacionales sobre el uso del espacio.
El Pentágono tiene un plazo de 60 días para presentar un plan que incluya la integración de programas actuales, como el sistema de Sensores Espaciales de Seguimiento Hipersónico y Balístico, y la creación de una “capa de custodia” dentro de la Arquitectura Espacial Proliferada para el Combatiente. Esta última consiste en una red de satélites militares gestionada por la Agencia de Desarrollo Espacial de la Fuerza Espacial de Estados Unidos.
Cuestiones económicas y contexto global
El costo de desarrollar un sistema de defensa de esta magnitud podría ascender a cientos de miles de millones de dólares. Por ejemplo, solo el sistema israelí, mucho más pequeño en escala, ha recibido más de US$ 1.500 millones en apoyo financiero de Estados Unidos.
En el caso de este proyecto, los costos se dispararían debido a la complejidad tecnológica y la necesidad de cobertura global.
Norteamérica no está solo en esta carrera tecnológica. China y Rusia también están invirtiendo en sistemas de defensa avanzados, incluyendo interceptores hipersónicos y tecnologías espaciales.
En particular, China ha probado vehículos de deslizamiento hipersónico que podrían superar las defensas tradicionales. Mientras que Rusia ha desplegado sistemas como el S-500, diseñado para interceptar objetivos a gran altitud y velocidad.
Seguridad en la cadena de suministro
Además de priorizar el desarrollo tecnológico, la orden ejecutiva subraya la necesidad de reforzar la seguridad en la base industrial de defensa. Esto implica implementar medidas para proteger la cadena de suministro y garantizar que los interceptores y sistemas de seguimiento se produzcan de manera segura y eficiente.
La propuesta marca un giro ambicioso en la estrategia de defensa de Estados Unidos, con un enfoque en tecnologías disruptivas y soluciones de vanguardia.
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