El Vehículo de Prueba Orbital X-37B, una aeronave espacial no tripulada operada por la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, completó con éxito su séptima misión tras permanecer más de 434 días en órbita. El aterrizaje se produjo el 7 de marzo en la Base de la Fuerza Espacial de Vandenberg, California.
Un lanzamiento inédito y un despliegue en órbita altamente elíptica
A diferencia de sus misiones anteriores, el X-37B fue lanzado a bordo de un Falcon Heavy de SpaceX, accediendo a una órbita altamente elíptica (HEO). Esta configuración le permitió operar a diferentes altitudes y probar tecnologías destinadas a la optimización de operaciones espaciales de largo alcance.
El Falcon Heavy brindó al X-37B un acceso sin precedentes a regímenes orbitales, que el programa no había explorado antes en profundidad.

Pruebas tecnológicas y la innovadora maniobra de aerofrenado
Durante su permanencia en el espacio, la Misión 7 llevó a cabo una serie de experimentos centrados en la conciencia situacional en el entorno espacial. Estas pruebas fueron diseñadas para mejorar la capacidad de detección y monitoreo de objetos en órbita, un aspecto clave para la seguridad de las operaciones espaciales y la gestión del tráfico orbital en un entorno cada vez más congestionado.
Uno de los hitos destacados de la misión fue la ejecución exitosa de una maniobra de aerofrenado, ampliamente estudiada en la aerodinámica hipersónica. Esta técnica permite reducir la velocidad de una nave espacial mediante la resistencia atmosférica, minimizando el uso de combustible para el descenso orbital.
En lugar de depender exclusivamente de motores de propulsión para disminuir la altitud, el X-37B utilizó la fricción con la atmósfera en varias pasadas. Así, demostró una capacidad avanzada de gestión de energía orbital, expandiendo el abanico de maniobras disponibles para futuras misiones espaciales.
Implicaciones estratégicas y el futuro del X-37B
El General Chance Saltzman, Jefe de Operaciones Espaciales de la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, destacó el impacto de la Misión 7.
“La exitosa realización de maniobras avanzadas como el aerofrenado subraya nuestra capacidad para operar en diversos entornos orbitales de manera flexible y segura. Esto refuerza el compromiso de nuestra fuerza con el desarrollo de estrategias innovadoras en el espacio”, afirmó.
Por su parte, el Teniente Coronel Blaine Stewart, Director del Programa X-37B, resaltó la importancia de esta misión en la evolución de las operaciones espaciales militares. “El trabajo realizado en esta misión abrió nuevas posibilidades para la exploración de entornos espaciales desafiantes y demostró capacidades esenciales para futuras operaciones”, afirmó Stewart.
El X-37B, diseñado originalmente por Boeing como un vehículo reutilizable para la NASA, evolucionó hasta convertirse en una plataforma clave para experimentos orbitales y pruebas de tecnologías espaciales avanzadas. Con esta nueva misión, el programa refuerza su rol en la exploración de tácticas de movilidad espacial y optimización de recursos energéticos en el espacio.
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