Con el creciente cambio climático y la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la industria aeroespacial se enfrenta al desafío de transformar sus métodos de propulsión. El combustible químico tradicional empieza a ser cuestionado frente a alternativas más sostenibles y menos contaminantes.
En este contexto, el desarrollo de propulsores ecológicos emerge como una solución prometedora para garantizar la transición hacia un futuro más limpio y eficiente.
El desafío del combustible químico
Los combustibles fósiles utilizados en la aviación y la exploración espacial contribuyen de manera significativa a las emisiones globales de dióxido de carbono (CO₂).
La aviación comercial, por ejemplo, es responsable del 3% de las emisiones globales de CO₂. Además, la combustión de estos combustibles también libera compuestos como óxidos de nitrógeno (NOx), que presentan efectos negativos en la atmósfera.
En este escenario, los avances en el desarrollo de propulsores ecológicos ofrecen un camino hacia una mayor sostenibilidad, al reducir la dependencia de los combustibles fósiles y disminuir el impacto ambiental de las actividades aeroespaciales.
Alternativas al combustible químico
1. La propulsión eléctrica
La propulsión eléctrica, aunque aún en sus primeras etapas en la aviación comercial, demostró ser una opción viable para la aviación de corto alcance.
Los aviones eléctricos, alimentados por baterías de alta capacidad, emiten cero emisiones durante el vuelo, lo que los convierte en una de las alternativas más limpias.
Empresas como Pipistrel y Lilium están desarrollando aeronaves eléctricas que podrían revolucionar el transporte aéreo regional, con modelos en fase de pruebas para vuelos urbanos y rurales.
Por otro lado, en la industria espacial, el uso de propulsores eléctricos de iones, como el Hall Effect Thruster (HET) y los motores iónicos, ganaron terreno para misiones de largo alcance. Estos motores funcionan mediante la aceleración de iones cargados eléctricamente, ofreciendo una mayor eficiencia en el espacio profundo.

2. La propulsión a hidrógeno
El hidrógeno es otra de las grandes apuestas para la propulsión ecológica.
Su principal ventaja radica en que, cuando se quema o se utiliza en una pila de combustible, el único subproducto es agua. Esto lo convierte en una fuente de energía limpia, con el potencial de reemplazar los combustibles fósiles en la aviación.
Empresas como ZeroAvia, Rolls-Royce y Airbus están desarrollando aviones impulsados por hidrógeno.
En 2020, ZeroAvia realizó una prueba exitosa con un avión de 6 asientos alimentado por una pila de combustible de hidrógeno. En 2022, Rolls-Royce, en colaboración con easyJet, llevó a cabo pruebas exitosas de un motor a reacción adaptado para funcionar con hidrógeno, utilizando un Rolls-Royce AE 2100-A en tierra.
Airbus, por su parte, está trabajando en un concepto de avión a hidrógeno, denominado ZEROe, que podría ser una realidad para el año 2035.

3. La propulsión a plasma
A nivel espacial, se exploran tecnologías de propulsión más avanzadas, como los motores de plasma.
Estos sistemas, que incluyen el VASMIR (Variable Specific Impulse Magnetoplasma Rocket), utilizan campos magnéticos y eléctricos para ionizar y acelerar el plasma. Así, se genera un impulso mucho mayor que los propulsores químicos tradicionales.

4. La propulsión solar
El uso de la energía solar para propulsar naves espaciales no es una novedad, pero los avances en eficiencia de paneles solares y sistemas de almacenamiento de energía están haciendo más viable esta alternativa.
La JAXA (Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón) utilizó propulsores solares en misiones como IKAROS, que demostró la viabilidad de la propulsión por velas solares en el espacio profundo.
Aunque no es aplicable para vuelos atmosféricos, la propulsión solar sigue siendo una opción clave para la exploración de larga duración en el espacio.

Impacto en la industria y el futuro de la propulsión ecológica
El camino hacia una propulsión ecológica en la industria aeroespacial enfrenta desafíos, incluyendo el costo de las nuevas tecnologías, la infraestructura necesaria para su implementación y las limitaciones tecnológicas actuales. Sin embargo, la transición hacia sistemas de propulsión sostenibles es esencial para reducir las emisiones y minimizar el impacto ambiental.
En los próximos años, se espera que la integración de propulsores ecológicos impulse a la industria hacia una menor huella de carbono y abra nuevas posibilidades para el diseño de aeronaves más eficientes, rápidas y capaces de operar en un entorno más limpio.
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