La NASA está desarrollando robots nadadores para estudiar los océanos de agua líquida que se ocultan bajo las gruesas capas de hielo de las lunas de Europa y Encélado.
Estos mundos oceánicos, considerados algunos de los lugares más prometedores para albergar vida extraterrestre, serán explorados con enjambres de robots autónomos diseñados para sumergirse en sus profundidades.
Los mundos oceánicos de Júpiter y Saturno: un objetivo clave en la astrobiología
Las lunas heladas de Júpiter y Saturno han captado la atención de los científicos debido a la presencia de océanos subsuperficiales, los cuales podrían ofrecer condiciones habitables.
Entre ellas, Europa se destaca como uno de los principales objetivos de investigación. Este satélite presenta un diámetro de unos 3.120 km, alrededor de una cuarta parte del de la Tierra. Su superficie está recubierta por una gruesa capa de hielo, cuyo espesor varía entre 3 y 30 km.
Debajo de esta corteza, un océano subsuperficial permanece en estado líquido debido al calentamiento por marea. Este fenómeno es causado por la intensa interacción gravitatoria de la luna con Júpiter, que provoca deformaciones en su litosfera helada. Las deformaciones generan fricción interna, produciendo el calor necesario para mantener el océano líquido.
Se estima que este océano de agua alcanza una profundidad de unos 100 km y contiene más del doble de agua que todos los océanos terrestres combinados.
Otros cuerpos con características similares incluyen Ganímedes y Calisto, en el sistema joviano, y Titán y Encélado, orbitando Saturno.
La presencia de agua líquida hace que estos satélites sean objetivos prioritarios en la búsqueda de vida fuera de la Tierra.

Robots submarinos para la exploración de los océanos alienígenas
Para acceder a estos entornos extremos, la NASA desarrolla el proyecto SWIM (Sensing With Independent Micro-swimmers), dirigido por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL).
La iniciativa contempla el uso de pequeños robots submarinos autónomos, de unos 12 centímetros de largo, diseñados para desplazarse y recolectar datos en los océanos extraterrestres.
El despliegue de estos robots estará a cargo de un criobot, un dispositivo capaz de perforar el espeso hielo superficial utilizando calor generado por una fuente de energía nuclear.
Se planea que el criobot transporte hasta cuatro docenas de estos micro-nadadores, liberándolos en el océano para que realicen mediciones de temperatura, presión, acidez, conductividad eléctrica y composición química del agua.

Ventajas de una flota de robots autónomos
El enfoque de enviar un enjambre de robots en lugar de un único explorador ofrece diversas ventajas.
Primero, permite abarcar una mayor región en la exploración submarina, aumentando la posibilidad de hallar bioseñales o evidencias de actividad geoquímica.
Además, la redundancia de datos obtenidos desde distintos puntos refuerza la precisión de las mediciones y minimiza la posibilidad de errores.
Cada micro-nadador contará con sensores montados en un chip de apenas unos milímetros cuadrados, lo que les permitirá realizar análisis detallados de las condiciones ambientales.
Esta tecnología, aunque innovadora en exploración espacial, se inspira en los desarrollos de la robótica submarina terrestre, utilizada para el estudio de entornos extremos como los fondos oceánicos y los glaciares polares.
Hacia una nueva era de exploración planetaria
El interés en los mundos oceánicos va en aumento, y misiones como Europa Clipper, lanzada en 2024, contribuirán significativamente a la comprensión de estas lunas.
Mientras tanto, la investigación en robótica submarina y exploración autónoma continúa avanzando, allanando el camino para futuras misiones que podrían responder una de las preguntas más trascendentales de la humanidad: ¿existe vida más allá de la Tierra?
“La gente podría preguntarse por qué la NASA está desarrollando un robot submarino para la exploración espacial”, explica Ethan Schaller, líder del proyecto SWIM. “La razón es que hay lugares en el sistema solar a los que queremos ir en busca de vida. Y sabemos que la vida, tal como la conocemos, requiere agua líquida”.
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