El satélite Vanguard 1 fue lanzado en 1958 durante la primera carrera espacial y, contra todo pronóstico, sigue orbitando la Tierra más de seis décadas después. ¿Es posible traerlo de vuelta a casa?

El Vanguard 1, un pionero de la carrera espacial

En los albores de la era espacial, Estados Unidos desarrolló el Proyecto Vanguard con el objetivo de colocar un satélite en órbita como parte de la competencia tecnológica de la Guerra Fría.

El Vanguard 1 despegó en marzo de 1958, apenas unos meses después de los históricos Sputnik 1 y 2 soviéticos y del Explorer 1 estadounidense.

El satélite, una esfera de aluminio de apenas 1,5 kg de masa y 16,5 cm de diámetro, cuenta con cuatro antenas y fue el primer satélite alimentado por energía solar​. Fue diseñado para estudiar el entorno orbital de la Tierra –densidad del aire, micrometeoritos, temperatura, entre otros– y probar las capacidades de lanzamiento de cohetes de tres etapas​.

Esta contribución sentó precedentes para la naciente NASA, que incorporó el proyecto tras su creación a mediados de 1958, poco después del lanzamiento.

Vanguard 1
El satélite Vanguard I es una pequeña esfera de aluminio diseñada para participar en el Año Geofísico Internacional (IGY), una serie de observaciones coordinadas de diversos fenómenos geofísicos durante el máximo solar, que se extendió desde julio de 1957 hasta diciembre de 1958.

Un veterano silencioso aún en órbita

Aunque dejó de transmitir señales en 1964, Vanguard 1 permanece en órbita, convertido en el objeto artificial más antiguo en el espacio. Mientras que los primeros satélites, como los Sputnik y el Explorer 1, reingresaron a la atmósfera y se desintegraron algunos meses después de su lanzamiento, el Vanguard 1 sobrevivió al paso del tiempo gracias a su diseño simple y resistente.

Actualmente, el satélite describe una órbita elíptica alta, que lo lleva a unos 650 km de la superficie en su perigeo, y hasta cerca de 4.000 km en su apogeo. Esta altitud variable implica que experimentó entornos cambiantes de radiación y microgravedad.

Su trayectoria, inclinada unos 34 grados respecto al ecuador, fue clave para su longevidad. Al mantenerse alejado de las capas más densas de la atmósfera, su velocidad no casi disminuyó por rozamiento.

¿Dónde está y qué nos cuenta su órbita?

Como el Vanguard 1 no emite señales hace décadas, para ubicarlo en el espacio se requiere de radares y telescopios que rastreen su recorrido.

Los datos orbitales actuales confirman que Vanguard 1 sigue una órbita estable dentro de lo esperado, levemente alterada por perturbaciones gravitatorias y la tenue atmósfera superior.

Cada año que pasa, su velocidad decae imperceptiblemente, narrando una historia de cómo la gravedad y la atmósfera terrestre terminan por reclamar incluso a los artefactos más tenaces.

Vanguard 1 Instrumentos a bordo
El Vanguard 1 llevaba a bordo un conjunto de baterías de mercurio, un transmisor, dos sensores de temperatura y una baliza alimentada por celdas solares cuadradas. Fuente: Laboratorio de Investigación Naval.

Motivos para “traer a casa” a Vanguard 1

En los últimos años, equipos de especialistas aeroespaciales comenzaron a evaluar la posibilidad de recuperar el satélite más antiguo y regresarlo a la Tierra. De hecho, existen proyectos privados y hasta propuestas presentadas en conferencias científicas que detallan cómo se podría capturar a Vanguard 1 y bajarlo de forma segura​.

Entre los motivos para “traer a casa” a Vanguard 1 se tiene, en primer lugar, el valor histórico. Su regreso permitiría exhibir el satélite original en museos y preservar un símbolo de los inicios de la exploración espacial para las futuras generaciones.

En segundo lugar, lograr capturar y traer un satélite inerte tras décadas en órbita sería una prueba de concepto poderosa. Demostraría que este tipo de misiones son viables, impulsando el desarrollo de técnicas para servicing satelital y limpieza de basura espacial. En plena era de congestión orbital, enseñar que podemos retirar objetos antiguos de forma controlada sentaría un precedente importante​.

Por último, Vanguard 1 pasó más de sesenta años expuesto al entorno espacial, lo que lo convierte en un tesoro científico. Analizar cómo afectó la radiación, el vacío, los micrometeoritos y los extremos de temperatura a sus materiales y componentes proporcionaría datos únicos sobre la durabilidad de la tecnología en el espacio​.

El Vanguard 1 fue lanzado en marzo de 1958 desde la Base de Misiles del Atlántico, en Cabo Cañaveral, Florida.

Desafíos técnicos de una misión de rescate

Idear una misión para atrapar a Vanguard 1 y traerlo de vuelta a casa supone una serie de desafíos técnicos formidables. En principio, el satélite es muy pequeño y compacto, lo que dificulta su agarre. Su superficie es lisa, esférica y carece de mecanismos de acoplamiento para sujetarlo​.

Además, el satélite cuenta con cuatro antenas que se extienden como agujas, probablemente frágiles por la fatiga de tantos años, que impiden acercarse y aferrarlo fácilmente sin riesgo de romperlo​.

A esto se suma que Vanguard 1 fue estabilizado por rotación, es decir, gira sobre sí mismo para mantenerse estable en vuelo. Con el paso del tiempo puede estar rotando de forma más irregular o caótica, lo que complicaría enormemente cualquier intento de captura.

Otro desafío es la detección y acercamiento. Habría que enviar una nave cazadora con sensores y cámaras capaces de localizar a Vanguard 1 con precisión milimétrica. Dado su tamaño minúsculo y falta de emisión activa, acercarse lo suficiente exige tecnología de guiado muy fina.

Probablemente se necesitaría una etapa previa de inspección. Una sonda podría aproximarse primero para evaluar el estado real del satélite –tomando imágenes detalladas de sus condiciones– antes de decidir cómo efectuar la captura​.

Opciones de recuperación: Robots o astronautas

Los ingenieros barajan dos enfoques para la recuperación: robots o astronautas.

Una opción es desarrollar un vehículo no tripulado con algún tipo de brazo para contener al satélite. Ya hay demostraciones en marcha de robots capaces de capturar objetos en órbita, como brazos robóticos que instalan equipos en satélites muertos​. Adaptar una tecnología similar para sujetar a Vanguard 1 sería complejo pero posible.

La otra alternativa es enviar una misión tripulada, donde astronautas en actividad extravehicular puedan manualmente tomar el satélite y asegurarlo dentro de la nave​. Esta intervención humana podría brindar mayor precisión y cuidado en el manejo de la reliquia, aunque implicaría mayores costos y riesgos operativos​.

Finalmente, está la cuestión del costo y la viabilidad. No se trata de una misión convencional y requeriría fondos en el rango de decenas de millones de dólares​. Tendría que haber suficiente interés de agencias o patrocinadores privados dispuestos a financiar la aventura.

Hasta ahora, la propuesta de recuperación de Vanguard 1 se encuentra en fase conceptual, aunque los expertos enfatizan que el plan es factible desde el punto de vista tecnológico​.

El legado de Vanguard 1

El pequeño Vanguard 1 trascendió su humilde origen para convertirse en un símbolo perdurable de la era espacial. Lanzado en tiempos donde enviar objetos a la órbita era una hazaña inimaginable, hoy sobrevive como un testigo flotante de 67 años de historia.

Ir en su búsqueda y traerlo de regreso ofrecería un cierre poético a su travesía: significaría que la humanidad no solo puede lanzar artefactos al cielo, sino también recuperarlos para aprender de ellos.

Ya sea que permanezca orbitando hasta desintegrarse en el futuro, o que descienda a un museo en los próximos años, Vanguard 1 seguirá inspirando a entusiastas de la ciencia y la tecnología, con su lugar asegurado en la historia.

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