El espacio dejó de ser solo el escenario de misiones científicas y satélites de comunicaciones: ahora también es un potencial teatro de operaciones militares. La Fuerza Espacial de Estados Unidos publicó oficialmente su marco doctrinario para el combate espacial, un documento que sistematiza cómo se prepararían sus unidades ante un eventual conflicto fuera de la atmósfera terrestre.

Este nuevo marco operativo establece una terminología común para las acciones de “contraconquista espacial” y detalla el abanico de medidas ofensivas y defensivas que pueden aplicar sus efectivos —denominados Guardians— para conservar el dominio del entorno orbital. Entre estas acciones, se contempla incluso la posibilidad de localizar y destruir naves enemigas, si la situación lo exigiera.

Qué significa tener “superioridad espacial”

Al igual que en el ámbito aéreo, la noción de superioridad espacial se refiere a la capacidad de un país para desplegar poder militar en el espacio con el objetivo de proteger sus activos orbitales —como satélites de comunicaciones, navegación o vigilancia—, o bien para impedir que un adversario utilice los suyos.

La nueva doctrina de la Fuerza Espacial incluye tanto operaciones defensivas como ofensivas, pero el eje principal está puesto en lograr esa superioridad. Esto no se limita al combate entre vehículos espaciales: también involucra dimensiones menos visibles, como la guerra electrónica y el ciberespacio.

La Fuerza Espacial de EE.UU. buscaría liderar un combate automatizado y distribuido en tres frentes

A diferencia de los conflictos en tierra, aire o mar, una guerra en el espacio se caracterizaría por una alta automatización, debido a la velocidad de los vehículos y a la complejidad de operar en órbitas cada vez más congestionadas.

Los sistemas automáticos jugarían un papel central, reduciendo la intervención humana para acelerar la toma de decisiones en situaciones críticas. Según el documento, será clave analizar en qué momentos y bajo qué condiciones debe intervenir el juicio humano en el control de estos sistemas autónomos.

El conflicto espacial, tal como lo plantea este marco doctrinario, se desplegaría en tres áreas operativas principales.

En primer lugar, se daría una guerra orbital, que involucra enfrentamientos directos entre satélites o naves espaciales.

Luego, una tendría lugar una guerra electromagnética, orientada a controlar el espectro de radiofrecuencia, como interferencias o bloqueos de señales.

Y, finalmente, derivaría en una guerra en el ciberespacio, donde el blanco son las redes y sistemas informáticos del adversario.

El documento cierra con una reflexión que deja entrever la complejidad de este nuevo dominio militar. No existen reglas universales para la guerra en el espacio, ni siquiera normas consolidadas para definir los límites del enfrentamiento.

En este contexto, los miembros de la Fuerza Espacial deben comprender a fondo los principios del poder espacial y, si la situación lo requiere, saber romper las reglas para desplegar una verdadera estrategia innovadora.

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