Nuevas simulaciones climáticas revelan que Marte podría haber tenido lluvias y hasta nieve, pero ¿de dónde vino el agua?

Vista simulada del posible océano Deuteronilus, una vasta cuenca que pudo haber albergado agua líquida en el Marte primitivo. Su existencia refuerza la hipótesis de un clima templado y húmedo hace 4.000 millones de años.

Aunque hoy Marte se presenta como un desierto helado y sin vida, su superficie está marcada por huellas de un pasado radicalmente distinto. Redes de valles esculpidos, deltas fósiles y antiguos lagos secos dibujan un escenario geológico que recuerda a ciertas regiones áridas de la Tierra, como Utah o Arizona.

Y ahora, un nuevo estudio publicado en Journal of Geophysical Research: Planets sugiere que hace unos 4.000 millones de años, el Planeta Rojo no solo tuvo agua líquida. También podría haber tenido precipitaciones, incluyendo lluvias y nieve.

Lluvia y nieve en Marte: La paradoja del agua

El hallazgo, liderado por investigadores del Instituto de Tecnología de California (Caltech) y la Universidad de Colorado en Boulder, refuerza la hipótesis de un Marte cálido y húmedo durante el periodo Noeico.

Sin embargo, persiste una incógnita crucial. ¿Cómo pudo mantenerse el agua en estado líquido si los modelos climáticos predicen temperaturas demasiado frías para ello?

“Es difícil llegar a una conclusión definitiva”, explicó Amanda Steckel, investigadora postdoctoral en Caltech. “Pero vemos que los valles comienzan en una gran variedad de altitudes, y eso no se puede explicar solo con hielo”.

Simulaciones del pasado marciano

Para abordar esta contradicción, el equipo adaptó un modelo climático originalmente diseñado para la Tierra y lo utilizó para simular las condiciones de Marte durante el Noeico. El foco fue la región ecuatorial, donde se encuentran extensas redes de canales que descienden desde las tierras altas hacia antiguos lagos, e incluso hacia lo que podría haber sido un océano.

Uno de los sitios más estudiados es el cráter Jezero, explorado actualmente por el rover Perseverance de la NASA.

Allí, el rastro de un antiguo río que desembocaba en el cráter indica flujos de agua lo suficientemente potentes como para arrastrar grandes bloques rocosos.

“Para depositar esos cantos rodados se necesitaban metros de agua en movimiento”, afirmó Brian Hynek, coautor del estudio y científico del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial (LASP).

Dos modelos, dos climas

Los investigadores pusieron a prueba dos escenarios climáticos posibles. Uno en el que Marte era cálido y húmedo, con precipitaciones distribuidas a lo largo del planeta. Y otro en el que el clima era frío y seco, y los valles se formaban por el derretimiento localizado en los bordes de grandes capas de hielo.

Los resultados fueron reveladores. El modelo frío producía valles solo a elevaciones altas, donde habría existido el hielo.

En cambio, el modelo cálido mostraba valles distribuidos desde zonas bajas hasta altitudes superiores a los 3.300 metros. Esta distribución es coherente con las observaciones reales del planeta, donde los valles aparecen en múltiples regiones y alturas.

“Cuando tenés una fuente de precipitación más generalizada, los valles pueden originarse en casi cualquier parte”, detalló Steckel.

Lluvias y un Marte que recuerda a la Tierra

Las similitudes con paisajes terrestres no son casuales.

“Podrías abrir Google Earth, mirar ciertas zonas de Utah, alejar la vista, y notar que se parecen mucho a Marte”, señaló Steckel. Este paralelismo sugiere que, en algún momento remoto, los dos planetas compartieron condiciones climáticas más parecidas de lo que se pensaba.

“Cuando la erosión por agua se detuvo, Marte quedó casi congelado en el tiempo”, concluyó Hynek. “Probablemente se parezca mucho a cómo era la Tierra hace unos 3.500 millones de años”.

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