En plena competencia a nivel global, Estados Unidos y China se enfrentan mutuamente en áreas que van desde lo militar y tecnológico hasta lo espacial.

Sin embargo, parece que ambas potencias, en su afán de conquistar el espacio, están dispuesta a cooperar en esta última área: la NASA y funcionarios chinos están en conversaciones para permitir que los científicos estadounidenses analicen las rocas recuperadas por Pekín desde el lado oculto de la Luna.

En junio, China se convirtió en el primer país en recolectar rocas del lado permanentemente oscuro de la superficie de la Luna, una demostración de su creciente poderío espacial.

En este sentido, intentando mejorar su imagen, los funcionarios chinos ofrecieron el material a los científicos del mundo para su estudio, aunque mencionaron públicamente una ley estadounidense que limita la cooperación con la NASA.

Pero, sabiendo que esta es una oportunidad que no se puede dejar pasar, el administrador de la NASA, Bill Nelson, dijo que funcionarios de su agencia han estado discutiendo con sus homólogos chinos los términos del acuerdo de préstamo de Pekín.

Optimismo de parte de EE.UU.

Intentando convencer a los legisladores estadounidenses, Nelson les aseguró que las conversaciones no plantearían preocupaciones de seguridad nacional.

“Ahora estamos pasando por más aclaraciones” con China, agregó Nelson, quien dijo que cree que las conversaciones terminarán “positivamente” (Aproximadamente cuatro universidades de EE.UU. han solicitado acceso a las muestras).

La nave espacial no tripulada Chang’e-6 de China regresó a la Tierra el 25 de junio con las muestras de la Luna: la nave había aterrizado anteriormente en la cuenca del Polo Sur-Aitken de la Luna.

Las rocas recuperadas pueden dar a los investigadores una idea de cómo se podría explotar la superficie lunar para obtener recursos para sostener misiones de astronautas a largo plazo y bases lunares en la próxima década.

Cabe recordar que, bajo el programa Artemisa, Estados Unidos tiene la intención de enviar astronautas nuevamente al satélite natural en los próximos años, mientras que Pekín tiene como objetivo aterrizar con sus propios astronautas en 2030.

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